Cabrer joyeros
Hacia 1900, Francesc Cabrer ya arreglaba y fabricaba relojes, además de vender máquinas de coser y llevar a cabo el mantenimiento de la maquinaria gorda de las fábricas de zapatos de Inca.
Como anécdota, en 1920 el Ayuntamiento de Pollença encargó en Düsseldorf (Alemania) un reloj para el campanario, pero cuando un técnico vino desde allí para montarlo no cabía. Al final, el técnico alemán se marchó sin poner el reloj y fue Francesc Cabrer quién lo montó y modificó la maquinaria para permitir que el reloj tuviera cuatro esferas, una por cada una de las fachadas del campanario para que todo el pueblo de Pollença pudiera ver la hora desde cualquier punto. Finalmente el reloj se inauguró en 1921, y cuenta con más de un siglo de antigüedad.
El hijo de Francesc Cabrer continuó con el negocio familiar de relojero y en los años cincuenta empezó a introducir también elementos de joyería que fabricaba él mismo.
Hoy, los hermanos Francesc, Magdalena y Francesca Cabrer Vicens, tercera generación de la familia, están al frente del negocio. Francesc estudió en Suiza y Barcelona el arte de ser relojero. Su madre, Margalida Vicens, también trabajó hasta fallecer a los 90 años. El actual propietario asegura que aquello que más le gusta es el hecho de que los clientes conozcan toda la familia e, incluso, que haya alguien que todavía conoció su abuelo y, por tanto, sean más viejos en la casa que ellos, cosa que es de agradecer.