Mi abuelo gestionó durante más de 30 años una tienda en Inca, Establecimientos Mercurio. Cuenta mi padre que era la tienda que tuvo el primer televisor en Inca. Cuando lo pusieron detrás del mostrador tuvieron que bajar la barrera para que los vecinos no rompieran el vidrio a fuerza de empujar para ver más de cerca.
Desde esa anécdota han pasado muchos años y mucho ha evolucionado el pequeño comercio desde Establecimientos Mercurio. Con Internet hemos visto cómo la identidad digital es, al menos, tan importante como la física, y cómo el valor de los distribuidores ha ido bajando progresivamente. También hemos visto cómo las grandes cadenas de distribución se han adueñado de las calles de pueblos y ciudades, homogeneizando el aspecto de las calles en las ciudades de Europa, y cómo progresivamente el pequeño comercio ha ido cerrando.
La pandemia y la crisis económica derivada han hecho el resto en el pequeño comercio que quedaba, en un proceso de selección natural en el que sólo sobreviven los que constituyen un panorama diferente, los que aportan un valor adicional que ni Internet ni los precios de las grandes cadenas y superficies pueden superar. Son establecimientos que atienden a su público objetivo de manera diferente, que conjuntan de forma original y única sus productos y mostradores, que marcan una diferencia por su trato y atención humanos. Son pequeño comercio del siglo XXI.
Hay comercio que ha sobrevivido no a esta crisis, sino cinco crisis más, y tienen por tanto valor histórico. Los hay que tienen un elemento patrimonial protegido que los caracteriza y singulariza. Y los hay que son diferentes porque disponen de una actividad singular arraigada en el territorio, o que fomentan la desestacionalización de la actividad económica del municipio o de la isla donde se encuentran.
El proyecto Emblemáticos quiere reconocer y favorecer este comercio. El comercio emblemático debe ser reconocido y darse a conocer, y éste es el sentido de este proyecto.
Los comercios son el alma de los pueblos y ciudades, son la excusa para que los vecinos se encuentren y compartan lo que tienen para compartir, son espacios donde interactuamos con las personas. Como ciudadanas y ciudadanos, podemos elegir consumir productos singulares vendidos por personas, podemos elegir mantener vivos los pueblos y ciudades, podemos observar las vecinas y vecinos que pasan por la calle, podemos decidir mantener el paisaje urbano. Como Administración, nos negamos a aceptar un paisaje urbano sin gente en la calle, las plantas bajas cerradas, el silencio en el pueblo. Apostamos por un pequeño comercio del siglo XXI que ofrezca una experiencia diferente a quien compre, y este proyecto articula esta apuesta.
Más allá del equipo del IDI: Marga, Bàrbara, Neus y Lucía, hemos pedido ayuda a los ayuntamientos de las Illes Balears para identificar estos emblemáticos, y agradecemos su colaboración en este proceso. No se trata sólo de identificarlos, sino también de hacer políticas para que continúen funcionando en el tiempo. Se ponen sobre la mesa cuestiones de conservación del patrimonio, relevo generacional, artesanía. Todo un reto, intentaremos estar a la altura.
Mariona Luis
Directora Gerente del IDI