Jaume Forteza, de carnicería Casa Capellana: «hacemos artesanalmente productos típicos y sólo compramos a campesinos de la comarca»

Esta carnicería forma parte del catálogo de establecimientos emblemáticos del municipio de Inca. Sus propietarios ponen en valor la calidad de su oferta y el buen servicio

Casa Capellana es un comercio emblemático de Inca que ha sabido combinar la solera con las exigencias de un comercio del siglo XXI. Sus actuales propietarios, tercera generación al frente, sostienen que la clave para haberse mantenido durante tanto tiempo es «la calidad y el buen servicio». La firme creencia en sus valores les ha hecho conseguir una certificación UNE 175001 de calidad de servicio para el pequeño comercio, lo que muestra el compromiso de este establecimiento por la mejora continua.

Este establecimiento emblemático se remonta a 1920, aunque antes ya había familiares de la rama materna que se dedicaban al oficio de la carnicería. «El origen de todo este negocio fue la venta de carne fresca iniciada por nuestra abuela, pero tenemos constancia de que, al menos en cinco generaciones anteriores los oficios de nuestra familia estaban relacionados con la carnicería. Es decir, que el padre de mi abuela, su abuela y su bisabuela ya se dedicaban a tocar carne», explica Jaume Forteza, actual propietario junto a su esposa, Antonia Genestra, y su hermano, Raimundo Forteza.

Productos típicos de matanzas mallorquinas

La especialidad de la casa es la venta de carne fresca, así como la fabricación artesana de productos típicos de las matanzas mallorquinas: sobrassada, botifarrons, camaiots

«Hacemos matanzas una vez a la semana. Sólo utilizamos animales criados por campesinos de la comarca». Este último punto es uno de los que marca la diferencia de los productos de esta carnicería de proximidad frente a otros vendidos por las grandes superficies.

«Muchos clientes se han dado cuenta de que la carne que nosotros ofrecemos tiene una calidad superior a la que se puede encontrar en las grandes superficies. Todo es carne al fin y al cabo, pero si se puede seleccionar y mirar la procedencia, al final comes más saludable. Además, es más apetitoso cuando pones un bistec de una carnicería tradicional en la sartén, porque no te hace la espuma que hacen otras carnes de grandes superficies.  Mucha gente nos dice que notan la diferencia de calidad también en el gusto. De hecho, muchos vienen a darnos la enhorabuena después de hacer una parrillada porque la carne que le hemos vendido ha gustado mucho a sus invitados», indica.

Carne según la temporada y de procedencia local

Los productos que ofrece Casa Capellana a lo largo del año están condicionados por la temporada y las tradiciones culinarias mallorquinas. «Por ejemplo, en Navidad se consume la porcella o la sopa rellena, pero también nos hemos amoldado a las novedades, y es por eso que hemos incorporado rellenos nuevos. En Sant Antoni vendemos botifarrons, longanizas y toda la carne que se suele emplear en las parrillas por esas fechas. En general, en invierno la gente compra mucho las carnes para hacer a la parrilla. En Semana Santa la estrella es el cordero, que se vende mucho para hacer panades o fritos.  La gente sigue la tradición y nosotros lo notamos, es por este motivo que lo que más vendemos son productos típicos. Por ejemplo, nosotros aún hacemos la auténtica sangre de cordero para hacer greixonera de sang de me, que es una cosa que se está perdiendo. En verano hace más calor y la gente come más trempó y menos carne, así que baja la venta de carnes para hacer a la parrilla».

Jaume insiste en que todos sus proveedores son locales. «Compramos a payeses mallorquines. En nuestra carnicería la gente siempre encuentra los productos tradicionales y nos pueden hacer encargos también».

Casa Capellana cuenta con una clientela muy variada donde destacan los compradores fieles que transmiten esta costumbre de generación en generación a sus familiares, clientes ocasionales que llegan por el buen nombre que ha construido la empresa familiar a lo largo de los años, o incluso compradores de la península que buscan adquirir productos típicos mallorquines y llegan a Casa Capellana gracias a su página web.

El trato directo con los clientes, la mayor satisfacción

Tratar con los clientes es de las cosas que más le gustan a Jaume de su oficio: me gusta la satisfacción que tratar directamente con la gente,  porque vienen, te cuenta sus cosas y al final se va tejiendo una relación de confianza y de respeto, especialmente con nuestros clientes más fieles. Nosotros, por ejemplo, nos preocupamos si sabemos que la madre de una de nuestras clientas no está bien o nos alegramos si sabemos que alguien de la familia  ha tenido un niño».

Un modo de vida

Jaume recuerda cómo desde muy pequeños sus vidas giraban en torno al negocio familiar y como, de muy jóvenes, tuvieron que incorporarse a la carnicería. «De pequeños siempre vivimos el ambiente del negocio porque siempre era lo primero. Era habitual que nos dijeran: “hoy no podemos ir (a algún lugar) porque tenemos mucho trabajo ahora”. Siempre, lo primero era acabar y arreglar todos los trabajos pendientes, antes de irte por ahí. Entonces, cuando vives eso, lo acabas aprendiendo. Después, éramos muy jóvenes cuando empezamos en el oficio porque mi padre murió joven y tuvimos que ponernos a trabajar para ayudar a mi madre».

Nuestro entrevistado agrega: «esta carnicería, además de ser una fuente de ingreso y sustento de vida, es nuestro modo de vida. Siempre nos hemos movido alrededor de lo que ha sido este negocio, un negocio como el nuestro te condiciona la vida».

Una carnicería artesana

Casa Capellana forma parte del selecto grupo de carnicerías artesanas que todavía se conservan en Inca. «No es una buena noticia que se vayan perdiendo negocios de proximidad y tradicionales», indica su propietario, mientras recuerda momentos de esplendor de este tipo de comercios: «antes, en Inca no había la cantidad de grandes superficies y los supermercados que hay ahora. Entiendo que esos establecimientos forman parte de la modernidad y responden al estilo de vida actual, pero yo recuerdo que en Inca había más de 30 carnicerías y todas las barriadas tenían su tienda donde ir a comprar sopa, azúcar y todo tipo de productos proximidad. Y recuerdo que cuando iba al matadero cada carnicero tenía su puesto. Entonces, todo funcionaba de otra manera».

Mantener un negocio familiar durante tanto tiempo implica hacer frente a diversas crisis, adaptarse a los tiempos sin perder la esencia ni el carácter. Jaume y su familia lo han entendido así y es por eso que saben que la calidad tiene pocos competidores.

Comercios Emblemáticos

Comercios Emblemáticos de las Illes Balears es un reconocimiento a estos comercios tradicionales que contribuyen a la singularidad de los espacios urbanos y, en definitiva, de los municipios. Este proyecto, impulsado por la Dirección General de Comercio del Gobierno de las Illes Balears y el Instituto de Innovación Empresarial (IDI), es una herramienta de promoción de los comercios emblemáticos, cuya identificación y visibilidad favorece al resto del tejido comercial de proximidad.